El Mundo En Posguerra:
La crisis mundial iniciada en 1929 golpeó duramente a las economías latinoamericanas. Gran Bretaña y los EEUU transfirieron los efectos de la crisis a los países que se encontraban bajo su influencia, bajando los precios de las materias primas, repatriando inversiones y colocando trabas a las exportaciones latinoamericanas.
La crisis mundial iniciada en 1929 golpeó duramente a las economías latinoamericanas. Gran Bretaña y los EEUU transfirieron los efectos de la crisis a los países que se encontraban bajo su influencia, bajando los precios de las materias primas, repatriando inversiones y colocando trabas a las exportaciones latinoamericanas.
Las consecuencias de estas políticas fueron el desempleo y
la miseria. Ante la falta de divisas comenzó a desarrollarse la industria
liviana, para reemplazar las importaciones que ya no podían adquirirse. El
Estado, controlado por las elites conservadoras, intervino en la economía y
subvencionó las actividades de los sectores dominantes. Esta intervención no se
dio en el terreno social, donde las mayorías populares quedaron libradas a su
suerte.
La baja de los precios agropecuarios llevó a la ruina a
millones de campesinos que comenzaron a migrar hacia las ciudades en busca de
trabajo en las nuevas industrias. Este proceso provocó grandes cambios en la
composición del movimiento obrero latinoamericano durante toda la década del
’30.
Los trabajadores recién llegados traerán su inexperiencia
política y sindical y no se sentirán del todo representados por las dirigencias
sindicales de izquierda que predominaban en las grandes ciudades. De tendencias
más conservadoras, los trabajadores provenientes del campo promoverán un
sindicalismo más negociador que combativo e irán conformando la base social de
los movimientos políticos conocidos como populistas que florecerán por toda
América Latina entre mediados de los años ’30 y comienzos de los ’50.
Los populismos desarrollarán, de acuerdo a las
características de cada país, el modelo del estado benefactor iniciado por
Franklin Delano Roosevelt en los Estados Unidos a comienzos de la década del
30. Este modelo proponía integrar el obrero al sistema como consumidor-
productor, elevando el nivel de los salarios para aumentar la demanda y
mejorando la calidad de vida de los sectores populares a través de fuertes
inversiones en rubros como salud, educación y vivienda con el objetivo de
alejarlos de la influencia revolucionaria.
En México, el presidente Lázaro Cárdenas profundizó las
conquistas en la legislación laboral y en la división de los latifundios
iniciadas con la Revolución Mexicana de 1910 expropiando las compañías
petroleras extranjeras en 1936.
Hacia 1937, Getulio Vargas funda en Brasil el Estado Nuevo,
impulsando la actividad industrial y la sindicalización de los trabajadores
brasileños.
Entre 1946 y 1955, el modelo peronista intentó cambiar el
perfil económico argentino, pasando de una economía agroexportadora a una
economía basada en el mercado interno y en la expansión del consumo. Si bien el
objetivo no pudo concretarse, sus logros parciales implicaron cambios muy
profundos en la sociedad argentina y un mejoramiento en las condiciones de vida
de los sectores populares.
El peronismo en la Argentina, el Frente Popular en Chile, el
varguismo en Brasil y el nacionalismo revolucionario de Paz Estensoro en
Bolivia, expresaron el ingreso de los nuevos sectores populares a la política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario